sábado, 27 de diciembre de 2014

SOBRE LAS VERDADES.

La primera mentira que asimilamos fue que podríamos aprender algo; la segunda que podríamos enseñarlo; la tercera, y quizás la más infame de todas,  fue que había algo que podría unirnos a los demás.  Aprendimos a llamarlo vínculo, afecto, amistad, familia, amor. Tantos nombres como dioses en la tierra; en todo caso, demasiados para una realidad inexistente.
Así fuimos por la vida tomando las tres grandes mentiras como nuestras verdades. Lo primero que notamos es que no podíamos enseñar.  Intentamos vanamente que nos entendieran sobre infinidad de temas. En el proceso,  nos enteramos que  ni siquiera éramos capaces de explicarles a los demás quiénes o qué éramos.
Encerrados  en nosotros mismos nos enteramos que no había nada que realmente  pudiera atarnos a alguien más.  Desmentimos una por una la familia, la amistad, el afecto y cualquier otro tipo de vínculo.
Nos consolábamos pensando que aún podíamos conocer, que nuestra vida no sería en vano en esta última posibilidad. Pero un diálogo interior nos reveló que no nos conocíamos, que no lográbamos comprender que queríamos. Incapaces de entendernos a nosotros mismos, dudamos de nuestra capacidad de entender algo. Comenzamos a cuestionar sí todo lo que creíamos saber no era más que un malentendido camuflado. No podríamos saberlo y desistimos de conocer algo.
Quedamos entonces encerrados en un monólogo interminable, en una aporía que no llevaba a ningún lado. Esperando, al menos, que la cuarta verdad que nos contaron: que algún día moriríamos,  realmente lo fuera.


martes, 11 de febrero de 2014

LAS POÉTICAS DEL OLVIDO

(Carta para alguien que abandonó una foto en mi casillero)


Hace un buen rato quería  volver a escribir algo que valiera la pena compartir. Lo había escrito y reescrito durante el último mes, era un ensayo sobre el olvido y el desierto. El texto venía acompañado con una foto del desierto de Sechura que dejé en el computador de una amiga.  La vida se ríe de mi nuevamente… ella lo olvidó por completo (espero recuperar esas fotos algún día).
Por otro lado el lunes descubrí que alguien había olvidado la foto que acompaña este texto junto con una pequeña misiva dentro de mi casillero. Los humanos tenemos la necesidad patológica de nombrarlo todo, normalmente ese alguien sería un sujeto X  [hablo en masculino como genérico,  el alguien podría tranquilamente ser una chica. Las feministas postmodernas se extravían del camino por quedarse mirando nimiedades y nimiedadas] Pero la X es una letra fea, suena a extranjero, la usan para prohibir y para votar, el alguien que olvida cosas en mi casillero no la merece, al menos no todavía.  Pensé en la N, la de los muertos sin nombre; pero espero que el alguien siga vivo. Luego pensé en la Ñ, una letra absurda, como mi vida. Como es posible que añadiéndole un par de líneas curvas la N pueda producir un sonido tan desagradable, pero imprescindible para palabras como niñez,  y ñoño… palabras que tal vez no me definan o pero que me agradan bastante.
Ñ leyó este artículo http://manchaextrana.wordpress.com/2012/04/21/19/ de mi antiguo  blog y tenía ganas de gritarme.
En mi texto original, el que iba a ubicar sobre la foto del desierto hablaba de la superación del miedo al olvido.  Incluso del placer estético  que produce sentir como los conceptos  (de personas y de cosas) se desvanecen poco a poco en nuestra cabeza. Aunque olvidar no es un acto pasivo del que solo somos observadores; todo el tiempo estamos no sólo olvidando sino también olvidándonos a nosotros mismos. Por más que intentamos recordarnos quienes somos… nunca lo logramos,  algo lógico teniendo en cuenta que nunca lo supimos.
De alguna manera me siento extraño al volver a leer ese texto que escribí la noche que cumplí 19 años. Nunca volveré a sentirme igual, nunca volveré a tener esa sumatoria de números, ni miraré a los amigos que habían dormido esa noche en mi cama. Dudo incluso haber conocido ese sentimiento, esos números y esos amigos.  Al mismo tiempo envidio y compadezco al adolescente que sintió lo suficiente como para escribir esas notas.
Ñ debería saber que ahora no tengo tres hermanos sino cuatro,  todos siguen siendo mejores que yo. La más pequeña sobre  todo tiene una superioridad especial.  Solo se dedica a sentir, no se desgasta pensando, no tiene esa obsesión de comprenderlo todo, como si fuera posible comprender algo… Yo que creo comprender, me preocupo pensando  en que un par de años su dicha habrá pasado, que pronto el mundo le hará creer que hay cosas por aprender.
Ya no consumo drogas tan a menudo. En parte me resigne a no ser capaz de huir de mí mismo, por más que le haga trampa a mi percepción.  En parte la logorrea que me causa los viajes psicotrópicos me deja agotado y debo descansar para poder aprovecharlos.  En parte cada vez estoy más” tirado en la chanda”.
Mi hermana  ahora vive conmigo, nos escribimos cada tanto para recordar la distancia.
Mi promedio bajo a 4,5. A Ñ le recomendaría que huya de la universidad mientras pueda… no hay nada que aprender. Además cuando menos piense le dará miedo compartir un texto al que no le ha hecho corrección de estilo.
También le podría decir que ahora tengo más de veinte años. Que hace mucho rato dejé de escribir en verso, que  he llenado media docena de libretas con un intento de prosa para no olvidarme… No lo he conseguido y ahora desconozco donde están la mitad de esas libretas.
Que abandoné el  blog que leyó porque me sentía avergonzado de lo escrito, pero no lo suficiente para borrarlo. Que ahora tengo otro para avergonzarme luego. Que después de leer a Camus he desistido del suicidio por absurdo, y que he descubierto que es posible vivir sin esperanzas.
Que en estos dos años intenté remplazar el rostro del “vos” un par de veces. Que por hacerlo terminé  olvidándolo a él y a ella;  incluso de Gómez Jattin.  El olvido romántico, ese remplazar un rostro por otro, es el más peligroso de todos, pero también el más poético. Ahora intento disfrutar mientras siento como las imágenes de esos rostros se van borrando… Al parecer dibuje muy fuerte sus fantasmas, porque toma más tiempo del que estaba acostumbrado a esperar.
Tal como podría decir que todo lo que he escrito es cierto; podría decir que conozco el sitio de la foto, que subí esos tres escalones muchas veces, que conozco el significado del símbolo encima de la puerta y que no me gustaba la hierba de los alrededores por qué  me alborotaba la rinitis… Podría decirlo sí, pero no sería capaz de convencerme de estar diciendo la verdad, comenzando porque no he podido convencerme de que exista algo parecido… Ya incluso comienzo a dudar de haber estado alguna vez en el desierto de Sechura con una amiga.
La memoria no es más que una puta que se hace pasar por una dama vistiendo fotografías, y escritos para ocultar su naturaleza, o mejor su falta de naturaleza porque detrás de sus ropajes nunca hay nada. La imaginación al menos es  sincera y nunca intenta ganarse nuestra confianza, pues sabe que no deberíamos confiar en nada.

A Ñ solo le podría dar recomendaciones absurdas  como que grite con confianza, que  se adelante y le escriba a su hermano que no va a lavar la loza, que se compré una billetera que es algo necesario (si uno va a botar los papeles, debe hacerlo bien, perdiéndolos todos juntos), que los países no tienen manos ( la gente sí y debería tener cuidado  pues con ellas pueden robarle, matarle o escribirle) y que con los cincuenta pesos le alcanza para una menta que por cierto me gustan mucho.

HASTA EL CIELO CAMBIA

Me molesta intensamente la idea de que todo esté cambiando, transformándose constantemente. Esa visión del "progreso" de todo llega realmente a desesperarme. Sueño con una utopía personal en la que por un instante todo permanezca en su sitio. La única manera en que la visión del cielo cristiano me tranquiliza es recreándolo como un lugar donde todo lo inamovible contempla eternamente el rostro de una estatua-dios también inamovible... Muy en el fondo me duele comprobar que el único cielo que podré alcanzar también cambia.
Nube sobre algún punto  del Caribe.
Nubes sobre algún punto del Caribe , a photo by Mancha Extraña on Flickr.