miércoles, 18 de diciembre de 2013

III de Allen Ginsberg

Carl Solomon! I'm with you in Rockland
         where you're madder than I am
I'm with you in Rockland
      where you must feel strange
I'm with you in Rockland
         where you imitate the shade of my mother
I'm with you in Rockland
         where you've murdered your twelve secretarie
I'm with you in Rockland
         where you laugh at this invisible humour
I'm with you in Rockland
         where we are great writers on the same dreadful typewriter
I'm with you in Rockland
        where your condition has become serious and is reported on the radio
I'm with you in Rockland
         where the faculties of the skull no longer admit the worms of the senses
I'm with you in Rockland
         where you drink the tea of the breasts of the spinsters of Utica
I'm with you in Rockland
         where you pun on the bodies of your nurses the harpies of the Bronx
I'm with you in Rockland
         where you scream in a straightjacket that you're losing the game of actual pingpong of the abyss
I'm with you in Rockland
         where you bang on the catatonic piano the soul is innocent and immortal it should never die ungodly in an armed madhouse
I'm with you in Rockland
         where fifty more shocks will never return your soul to its body again from its pilgrimage to a cross in the void
I'm with you in Rockland
         where you accuse your doctors of insanity and plot the Hebrew socialist revolution against the fascist national Golgotha
I'm with you in Rockland
        where you will split the heavens of Long Island and resurrect your living human Jesus from the superhuman tomb
I'm with you in Rockland
         where there are twentyfive thousand mad comrades all together singing the final stanzas of the Internationale
I'm with you in Rockland
         where we hug and kiss the United States under our bedsheets the United States that coughs all night and won't let us sleep
I'm with you in Rockland
         where we wake up electrified out of the coma by our own souls' airplanes roaring over the roof they've come to drop angelic bombs the hospital illuminates itself   imaginary walls collapse   O skinny legions run outside   O starry-spangled shock of mercy the eternal war is here   O victory forget your underwear we're free
I'm with you in Rockland
         in my dreams you walk dripping from a sea-journey on the highway across America in tears to the door of my cottage in the Western night.

PD: Yo no estoy con nadie en ninguna parte

Número de pensamientos inconexos 3:

Sólo los lugares "sobreconocidos" son capaces de generarme nostalgia.

1,2,3 por los que ya no están.

Siento cómo si me hubiera tragado una sábana y no fuera capaz de respirar.

martes, 10 de diciembre de 2013

GRIS



Gris from Mancha Extraña on Vimeo.

“Para uno que creció en un pueblo la ciudad es como una boca grande que se abre en frente… Yo nunca voy a terminar de adaptarme” Me dijo  un amigo hace unos meses mientras esperábamos el B14 de Transmilenio. Él desconocía que yo también  había crecido de un pueblo. Es más; ni siquiera en un pueblo; la mayor parte de mi infancia y adolescencia transcurrieron en el campo, en una de las tantas fincas por las que ha pasado mi familia.

Escarbando ¿escalando? mi árbol genealógico, no encuentro un solo ancestro conocido que no estuviera ligado al campo. Doña Rosa y don Israel con su hacienda en Santa Bárbara, don Cristóbal y  doña Magdalena que llegaron de algún lado quemando el monte, para luego repartir la tierra conquistada por el fuego entre sus 15 hijos varones. Don Lorenzo y la plantación de maíz donde a los cinco años vio morir a su padre desangrado. La misma plantación donde espero a que su papá volviera por cinco años. La misma que seguramente veía cuando gritaba “¡Papá Aníbal!” antes de morir hace ocho años.
Doña Lilian mi abuela materna, que tuvo que evitar que don Neftalí, mi abuelo (Analfabeta, rico y vicioso) vendiera el pequeño terreno que quedaba de una gran hacienda. Don Gregorio que subió de la tierra caliente para conocer a mi abuela y  que con su liquidación compraría un terreno en una montaña alejada de todo.
Así es, antes de mi generación ningún miembro de mi familia ha dejado el campo. Mi abuelo lo intentó cuando los Salesianos se lo llevaron a la fuerza a estudiar electrónica en Bogotá junto con otro grupo de muchachos. Sin embargo mi abuelo dice que “La tierra llama”; una vez terminado sus estudios regresaría a Belmira para olvidar lo aprendido y  sembrar, el mayor placer que para él puede existir.
Mi papá también lo intentó en los setenta. La onda hippie había llegado tarde a Bel mira. El decidió que no quería trabajar para nadie y comenzó a caminar hacia el sur. Nadie con el que haya hablado sabe hasta donde llegó o que  hizo ese tiempo. Lo único que sé con certeza es que 10 años después volvería se establecería en una pequeña finca desde donde se divisaba el río Cauca, se casaría con mi mamá y nunca más pensaría si quiera en abandonar sus fincas.
Hace tres años ya que yo dejé El campo. Mi abuela me dice que debería devolverme, que el futuro está en la tierra junto a mi papá. Mi abuelo le dice que tenga paciencia que tarde o temprano la tierra me terminará llamando como hizo con él hace 50 años.

La verdad es que el llamado del que habla mi abuelo debe ser cada vez más débil, tres de sus hijos ahora viven en Medellín y una de sus 27 nietos ya nació rodeada por el ruido de los carros y se asusta cada vez que ve una vaca. Incluso mi papá que alguna vez escuchó el llamado, ha decidido que Sofía su última hija nazca en la ciudad. En parte teme a los comentarios de la gente que lo conoce, en parte siente que allá estará más segura. La verdad es que en un par de días yo volveré a Medellín a descansar de la rinitis que me causa el frío y a extrañar el olor a pino que tiene mi casa. También se irá mi bisabuela, que seguramente morirá alejada de su finca, pensando que frente a su edificio pasa “una camino real”. Los dos volveremos con la picazón en la nariz que causa el cambio de clima y el smog, Vamos a volver con esa sensación de haber perdido algo que sin importar lo que hagamos somos incapaces de recuperar.

sábado, 29 de junio de 2013

Clavos.

Clavos. by Mr Strangestain
Clavos., a photo by Mr Strangestain on Flickr.
Cuando era pequeño mi papá tenía tres caballos Coral, Candelaria y Moro, a Candelaria la recuerdo especialmente porque nació el mismo día que yo... o al menos eso me decía mi papá. Mi papá quería bastante a sus caballos, Candelaria murió el año pasado de cuenta de "una masa en el anca izquierda"... así llama mi papá al cáncer.
El caso es que don Arcángel, mi papá, no dejaba que los trabajadores herraran a sus caballos y lo hacía el mismo. Para él ellos eran muy bruscos y él no quería un caballo cojo. Con cuidado ponía la herradura y comenzaba a clavar los seis clavos que atravesaban el casco del caballo, que para mi sorpresa no se movía. Al final sobresalían unas pequeñas puntas que mi papá cortaba con unas tenazas.

Apenas terminaba yo que aún no entendía porqué a los caballos no les dolía que les enterraran clavos en sus patas, le pedía prestado el martillo, recogía las puntas que el había cortado y las clavaba donde pudiera: una tabla en el piso, un poste, una estaca, un día decidí clavarlas en la pared y me llevé un buen regaño... Hace poco en el museo en el que trabajo, me dieron muchos clavos para clavar en la pared.

Recordar no deja de parecerme algo extraño, pareciera que el niño de las puntillas y el hombre, o lo que quiera que sea, que estaba clavando los clavos en el museo fueran otros.

Nube/ Cloud

Nube/ Cloud by Mr Strangestain
Nube/ Cloud, a photo by Mr Strangestain on Flickr.
Hace un par de años me dí cuenta, que como en las caricaturas, tengo mi propia nube que me sigue a todas partes mientras hace llover sobre mi cabeza. Al principio era un poco triste saber que nunca iba a estar completamente seco, pero una forma "Byroniana" de ver el mundo haría que me sintiera feliz de tener mi propia nube. Ahora sé que esa nube no me hace tan especial... en este momento otros cien mil cerebros deben agradecer estar mojados por su propia nube.

lunes, 20 de mayo de 2013

Un domingo sin tristezas...

Autorretrato en salón// Selfportrait in a classroom by Mr Strangestain
Autorretrato en salón// Selfportrait in a classroom, a photo by Mr Strangestain on Flickr.

La nostalgia y la sensación de vacío después de una noche de excesos...Abrir los ojos, levantarse y saberse solo. Preguntarse el para qué de los estados de metaconsciencia, para qué las conversaciones con desconocidos, para qué los besos a gente que no se volverá a ver.
Dan ganas de que la noche anterior hubiera sido eterna y permanecer en una bacanal hasta el final de los tiempos. Porque sólo nos preguntamos por el sentido de nuestras acciones, cuando estas están concluidas.
La situación resulta bastante parecida a la de los amantes que se despiden después de hacer el amor, sin saber cuando será su reencuentro.

martes, 12 de febrero de 2013

Todo Bien.

A veces me da por dibujar...

La había estado buscando todo el día... también,  había fumado tanto que se sentía mareado. Ella estaba sentada en un sitio por el que  ya había pasado. Aún no sabe si no la vio o si ella se sentó después de que pasara para llamar su atención. Estaba con la hermana del otro, él que es mejor que él, al que si le era fiel.
La vio,  no supo que hacer…  abrió más los ojos, estiró la mano y empuño los dedos;  lentamente y temblando estiró el pulgar. Ella levantó la cabeza y con una mirada fría hizo el mismo movimiento. Los dos sabían que el gesto era falso que las cosas entre los dos no estaban bien.

domingo, 27 de enero de 2013

Lúbrico

Lúbrico by Mr Strangestain
Lúbrico, a photo by Mr Strangestain on Flickr.
No hablamos,
No escuchamos,
No entendemos,
Sólo besamos y mandamos todo a la mierda.

El Canto de la Sibila


Trailer el Canto de la Siblila from Mancha Extraña on Vimeo.

Alguna vez leí que el sentido de la realidad es cuestión de talento. Yo nunca lo he tenido.

Sinopsis: De la mano de la poeta Marga López recorremos su cotidianidad. Adentrándonos cada vez en su obra, hasta terminar sumergidos en el universo de su poesía.

martes, 8 de enero de 2013

Buscando un Porqué.


El Castillo (Franz Kafka)


Kafka, nos lleva al desasosiego junto a su protagonista. K. es contratado como  agrimensor por el castillo de una aldea recóndita. Sin embargo, desconoce en  qué consiste su función. Buscando una respuesta y después de enfrentarse a la agresividad de los aldeanos llega al mesón señorial. Lugar  en el que se hospedan los empleados del castillo. Allí conoce  a Frieda, la amante de uno de los servidores con la cual luego de intercambiar un par de frases terminará revolcándose sobre el piso de la taberna.
Después este fugaz encuentro los objetivos de K. cambian completamente. Poco le importa ahora conocer cuál es su función en el castillo, sólo busca ser feliz con Frieda  por lo que acepta trabajar como lebrel en la escuela de la aldea. 
Sin embargo, el idilio dura poco. Frieda lo abandona cinco días después.  Por lo que K. se dirige al castillo intentando encontrar una respuesta a su situación actual. Encontrando tantas explicaciones como interlocutores.  Lentamente,  se va revelando, como las intenciones de cada uno de los personajes, se interpone, se alía y se separa de la de los demás.  Cada uno tiene una idea diferente de los hilos que mueven la red que trajo a K. hasta la aldea y se ve a sí mismo como la víctima. Nunca se descubre realmente cuál de todos tiene la razón.
Esta obra inconclusa, hace parte de los manuscritos que un agonizante  Kafka pidió a Max Brod que quemara y que esté último decidió publicar. Si bien está decisión resulta éticamente controvertida, se debe agradecer a Brod  poder leer la obra casi noventa años después de la muerte de su autor.

Como casi toda la obra Kafkiana,  esta “sobreviviente” está impregnada de una atmósfera de opresión y extrañeza.  El protagonista se enfrenta a una situación nueva, pero desconoce el porqué de ese enfrentamiento. Tanto así, que más que solucionarlo busca encontrar una explicación a su situación durante todo el relato.
En el Castillo cada personaje es un universo independiente y parece escindido completamente del resto. Poniendo en duda la infalibilidad de la relación causa-efecto en todo momento. Destaca  la soledad de K. un extranjero en un pueblo, del cual desconoce su  funcionamiento. En realidad,  ni siquiera sus propios habitantes parecen conocerlo, sus vidas se basa en suposiciones.
El  universo planteado por Kafka sería reconstruido audiovisualmente por Michael Haneke en Das Schloß  (1997).(Cuyos fotogramas ilustran esta entrada)  Aunque sin mucho éxito en taquilla.
Seguramente se deben estar preguntando, el porqué del fracaso de la película.  Pero El Castillo nos muestra que el amor dura cinco días, y  que ninguna situación  tiene una explicación lógica satisfactoria, son infinitos los factores que hacen llegar hasta ella, así que es una tontería preguntar el porqué.

Haiku

Mariposas amarillas
esperan juntas
que el viento se lleve sus alas.