Kafka, nos lleva al desasosiego junto
a su protagonista. K. es contratado como agrimensor por el castillo de una aldea
recóndita. Sin embargo, desconoce en qué consiste
su función. Buscando una respuesta y después de enfrentarse a la agresividad de
los aldeanos llega al mesón señorial. Lugar en el que se hospedan los empleados del
castillo. Allí conoce a Frieda, la
amante de uno de los servidores con la cual luego de intercambiar
un par de frases terminará revolcándose sobre el piso de la taberna.
Después este fugaz encuentro los objetivos
de K. cambian completamente. Poco le importa ahora conocer cuál es su función
en el castillo, sólo busca ser feliz con Frieda por lo que acepta trabajar como lebrel en la
escuela de la aldea.
Sin embargo, el idilio dura poco.
Frieda lo abandona cinco días después. Por
lo que K. se dirige al castillo intentando encontrar una respuesta a su
situación actual. Encontrando tantas explicaciones como interlocutores. Lentamente, se va revelando, como las intenciones de cada
uno de los personajes, se interpone, se alía y se separa de la de los demás. Cada uno tiene una idea diferente de los
hilos que mueven la red que trajo a K. hasta la aldea y se ve a sí mismo como la víctima. Nunca
se descubre realmente cuál de todos tiene la razón.
Esta obra inconclusa, hace parte de
los manuscritos que un agonizante Kafka
pidió a Max Brod que quemara y que esté último decidió publicar. Si bien está
decisión resulta éticamente controvertida, se debe agradecer a Brod poder leer la obra casi noventa años después
de la muerte de su autor.
Como casi toda la obra Kafkiana, esta “sobreviviente” está impregnada de una
atmósfera de opresión y extrañeza. El
protagonista se enfrenta a una situación nueva, pero desconoce el
porqué de ese enfrentamiento. Tanto así, que más que solucionarlo busca encontrar
una explicación a su situación durante todo el relato.
En el Castillo cada personaje es un universo
independiente y parece escindido completamente del resto. Poniendo en duda la
infalibilidad de la relación causa-efecto en todo momento. Destaca la soledad de K. un extranjero en un pueblo, del cual desconoce su funcionamiento. En realidad, ni siquiera
sus propios habitantes parecen conocerlo, sus vidas se basa en suposiciones.
El universo
planteado por Kafka sería reconstruido audiovisualmente por Michael Haneke en Das Schloß (1997).(Cuyos fotogramas ilustran esta entrada) Aunque sin mucho éxito en taquilla.
Seguramente se deben estar
preguntando, el porqué del fracaso de la película. Pero El Castillo nos muestra que el amor dura
cinco días, y que ninguna situación tiene una explicación lógica satisfactoria, son
infinitos los factores que hacen llegar hasta ella, así que es una
tontería preguntar el porqué.