Aunque traté de
ignorarla todo ese tiempo, la sensación de tener la ropa pegada al cuerpo me
impidió dormir. Desesperado encendí la bombilla, las cobijas cayeron de un solo
tirón. Con esfuerzo contuve el grito que se me escapó al observar el líquido
amarillento y viscoso que brotaba de las llagas en mi pierna. Por vergüenza o
quizás por miedo no desperté a mi mamá, me encurrujé en una de las esquinas de
la cama y esperé a que amaneciera. De vez en cuando tocaba mis piernas con la esperanza
de que las heridas ya no estuvieran allí. Mi mamá se levantó a eso de las seis, al verme
en esa extraña posición se acercó.-¿Bryan, le pasa algo?,
dijoSin poder hablar,
estiré mi pierna. Mi mamá retrocedió un paso y cubrió su boca con sus manos.Una hora después
estábamos entrando al consultorio del doctor Pelayo.-Cuénteme ¿Qué le
pasa?, preguntó con ese tono frío pero tranquilizante que sólo los médicos
tienen.-Anoche me desperté y
tenía unas heridas en la pierna, le dije.El doctor escudriñó
casi todo mi cuerpo, insertó luces en mis
oídos y nariz, abrió mis párpados con sus manos y me ordenó quitarme la
camisa para poder examinarme con el estetoscopio-Eso le pasa por comer
tomates podridos, pero tranquilo, eso se cura dejándose de masturbar.
sueño que entro a un quirófano y me implantan un pulpo en el pecho. lo siento moverse por varias semanas hasta que al fin muere, ahorcándose entre mis costillas. vivo con él adentro desde entonces, esperando que me crezcan sus brazos: los míos siguen durmiendo.
ResponderEliminarSigo esperando que se inventen una cámara o cualquier aparato raro en su defecto para grabar los sueños.
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